jueves, 27 de marzo de 2008

polvo bajo la cama.




Me cuesta creer que alguna vez creí que existían monstruos que convivían conmigo y que me acechaban cada noche cuando me iba a dormir. Me cuesta creer que creí que existía algo llamado “El Coco” y que me iba a llevar a “no se donde” a hacerme “no se qué” a causa de mi mal comportamiento. Y es que una mezcla de inocencia mas dos partes de ignorancia hacían de mí el más crédulo de todos los niños, aceptando como premisa para mi “salvación” la idea de que con mi buen comportamiento eludía las malévolas acciones de ese señor (el coco) que acechaba mi integridad desde el rincón más profundo, oscuro y recóndito de mi habitación; ese desgraciado que se aprovechaba de mi imberbe posición y de mis temores a lo “no conocido” para quitarme el sueño y llevarme a la desesperación por aquellos interminables cinco minutos que tardaba en dormirme. Todos mis amigos se imaginaban al coco como la sombra de un hombre adulto que vivía bajo su cama, pero ellos dormían en una cama normal, en cambio ¡yo era el único niño que dormía en una jodida cama que se encontraba a un metro y medio del suelo! Imagínense mi sorpresa y temor al calcular, imaginariamente, el tamaño del ente que me acechaba de noche, llegue a estipular que podía medir veinte metros y pesar 5 toneladas; mi otra hipótesis era que bajo mi cama vivía toda un familia de monstruos incluyendo a cocos y coquitos, pero de todas formas estaba jodido y me sorprende no haber mojado la cama. En fin, poco a poco fui creciendo y me fui dando cuenta de todas las falacias de mi imberbe vida.





Me cuesta creer que la iglesia católica me recrimine un pecado que no cometí y que probablemente nunca existió. Me cuesta creer que esta iglesia se aproveche del miedo a lo desconocido para mantener atado a sus “fieles” peregrinos y poder masificar la religión. Y es que al igual que cuando las personas me metían sobre “El Coco”, la iglesia le miente a las personas, aprovechándose de su ignorancia, diciéndoles que si no se comportan “bien”, serán sentenciados a una eternidad de dolor y sufrimiento. Creo que el infierno no es nada más que una parte de conciencia, dos de empatía y dolor al gusto (del “diablo”) y ¿qué peor infierno que el que vivimos en la tierra? ¿Qué mejor cielo que éste donde caminamos y disfrutamos día a día? En lo personal creo que la vida es para hacer y no para orar y creo que la muerte es el descanso de esa vida. ¿Qué hay después de la muerte? No lo se, pero estoy seguro de que cuando mi hora llegue, aceptaré lo que venga en paz y felicidad, porque sabré que no desperdicié mi tiempo orando para salvarme de una mentira y una psicosis que me repetía que sufriría a través de los tiempos una diminuta hora a la semana a mi dios. Al igual que con la historia de “El Coco”, me di cuenta de que rezar todo el día no me hace mejor persona, que yo no cometí ningún pecado original y no soy culpable ni responsable de eso y que esa es solo una excusa para atrapar la mayor cantidad de “fieles” lo más rápido posible; me di cuenta del miedo que tratan de hacerme sentir, me di cuenta de que no hay más que polvo bajo la cama.

3 comentarios:

Maru..¡¡ dijo...

bue... nunk crei en el coco.. jajaja

pero esta fino tambien :D



xD att: Maru..¡¡

araya dijo...

=) mi favorito!
pero eso ya lo sabias.
lo cierto es que eres un mentiroso. bajo tu cama no solo hay polvo: hay varias revistas, algunos huesos sospechosos y dos novias desnudas que olvidaste sacar.
...
y si a las mentes suspicaces graciositas se les ocurre comentar algo, yo eso lo sé porque él me lo contó.
great logic, as usual.

Javier González León dijo...

Hola! Jajaja