martes, 1 de abril de 2008

a través de la ventana, debajo del cielo.




Estaba yo parado al lado de una de las mesas más repletas de comida que en mi vida haya visto, pero no pensaba en eso. Había millones de tortas, dulces, caramelos, chocolates, helados y cuanto alimento productor de caries existiese, pero yo no estaba pensando en eso!.

Ya daban las once con cuarenta de la noche cuando empezaban las miradas dudosas y comentarios de dobles sentidos entre los bebedores, y no de coca-cola, pero yo me encontraba tan concentrado en mirar el cielo a ver si veía algo parecido a nada jamás imaginado, porque nunca me dieron ni siquiera una descripción de él, solo que venía y se iba.
Recuerdo que mi mejor recuerdo de él era de una luz que en lo lejano apenas se veía, porque al igual que cada año me engañaron, ¡solo que aquella vez casi los atrapaba!

Ya daban las once cuarenta y cinco y lo único que me sacaba del letargo estado en el que me encontraba era el ardor de las yemas de mis dedos que estaban rojinegras por la manipulación y uso indebido de pólvora en diversas presentaciones, pero ¿qué es una raya más para el tigre? Y las Once cuarenta y seis, y estoy que no soporto mis ansias, corro, camino, salto, grito ¡y no me calmo!

Siguen las miradas y los comentarios, pero para distraerme, ¡las mujeres comienzan a jugar juegos inútiles que buscan solo distraerme a mí y a los míos! pero que importa, al fin y al cabo de esa forma pasan más rápido los minutos. ¡¡¡OOOOHHH!!! Ya son las once cincuenta y cinco y las manos comienzan a sudarme como si estuviese en una juguetería, ¿Qué sería de mi si no me hubiesen regalado este reloj digital tres meses atrás?

Por fin oigo la frase más asombrosa de mi vida, pero que a la vez explota la más desagradable sensación de angustia dentro de mi -¡A ver niños váyanse a dormir que ya está llegando! ¡OH mi dios!, mi corazón está paralizado, mis piernitas tiemblan de la emoción; tendré que realizar la tarea más desagradable que se haya podido crear en el universo, ¡hacerme el dormido! Porque seamos sinceros, nadie con corazón puede dormir en un momento así. ¡Yo no le pido a mis padres que se duerman cuando están teniendo sexo!

Pero esa noche algo hubo diferente, mi espíritu rebelde me impulsó a no dormirme y comenzar a investigar en ese momento todas las dudas que he tenido desde chico, ¡a sabiendas de que arriesgaba aquello que había estado esperando durante todo un año!
A duras penas trepé la ventana apoyándome en una caja y una silla al mismo tiempo, y comencé a ver el cielo en busca de una respuesta, de una imagen a mis ideas, en busca de algo que certificara mis creencias y para ser sincero, ¿qué ser humano no busca eso en la vida?

De pronto unas sombras abajo llamaron mi atención, con molestia bajé la cabeza para fijar mi mirada en lo que estaba aconteciendo en el piso inferior. Eran mi padre y mi tío sacando grandes bolsas negras de la camioneta de mi papá, podrían ser escombros, podría ser basura, podrían ser restos de un ser humano asesinado, ¿a quién le importa? Y de esta forma volví a fijar mi mirada al cielo para observar lo poco que los restos de pólvora no tapaban.

De pronto, y acompañado del compás de unas 15 explosiones, se oye la voz de mi abuela, la nona (nunca entendí por que la llamamos así, ya que es española, y peor aún, ¡vasca!), nos llamaba de forma apresurada para que bajáramos a ver lo que nos había dejado. Un sentimiento de rabia se apoderó de mí, ¡me la volvió a hacer otra vez!, pero no me preocupé ya que el año que viene tendría otra oportunidad y de esta forma la alegría incontenible volvió a mí y como corredor de cien metros planos bajé la escalera acompañado de mi hermano y mi primo.

Al llegar abajo, una extraña sensación entró en mí y de pronto frené en seco y observé el nacimiento (nosotros no poníamos árbol porque es lo más trabajoso que hay), a los lados y a modo de decoración estaban tres bolsas negras con nuestros nombres escritos en un papel sobre ellas. Mi hermano y primo atacaron sin piedad a sus bolsas dejando al descubierto un torrente de regalos, y aún viendo ese manjar frente a mí, algo me detuvo por un momento tan solo, un sensación de vacío dentro de mi, que se alejó tan rápido como llegó para darle paso a las ansias acumuladas de todo un año, nadie puede luchar contra eso...

Al día siguiente al despertarme para “matar fiebre” con mis regalos fue que caí en cuenta de lo que había sucedido, ¡El Niño Jesús NO Existe! Y dejando caer mi muñeco de Spiderman me entró un sentimiento sollozo de fraude y decepción que se apoderó de mi alma. De pronto entendí que todo lo que yo vivía como una ley año tras año era una falacia preparada por mis padres año tras año. Y de pronto comencé a pensar en todo aquello que me decían sobre la vida, todo eso que yo creo que es verdad toda mi realidad, mi existencia ¿es mentira todo eso?

Más que nada pensé en aquello que me decían en la iglesia, sobre la vida y la religión, ¿es acaso mentira todo eso también? Recuerdo una vez haber visto un programa sobre San Francisco de Asís, el dijo – “si Jesús no hubiera revivido, falsa sería nuestra fe”- y pensé en algo muy lógico, -Jesús sí murió, porque nunca me ha traído regalos, siempre fue mi papá y mi mamá-

Luego pensé en un sermón que un día dio un padre cuando acompañaba a mi abuela (no la nona) a misa, él dijo que la fe consistía en creer en Cristo sin necesidad que él nos demostrara que era el hijo de Dios; es decir, pedía a los creyentes que creyeran sin necesidad que Jesús hiciera milagros, pues entonces creo yo que San Francisco de Asís es el primer no creyente de todos ya que aseguraba que si Jesús no hubiese realizado el milagro de resucitar, no existiría la religión. Y me volví a sentir engañado, porque durante mucho tiempo me hicieron creer en una comunidad que se basa en la hipocresía de sus estandartes, que mal o bien tienen la razón.

Al final terminé por concluir que la vida es así y entendí que a lo largo de mis años tendré que ser suspicaz y rebelde para poder conocer las verdades que se encierran detrás de los murales que forman las creencias que nos enseña la sociedad, esas “verdades” que solo tratan de hacernos la vida más fácil y menos complicada, ¡Pero no me importa! Ya mi alma fue corrompida y no habrá sorpresa que me decepcione. ¡El Niño Jesús No Existe! ¡Yo Tampoco!

1 comentario:

araya dijo...

yo creo que no hay una metafora mas clara y mas practica de la inmensa falla social que todos los dias vemos, con tanta normalidad, y alimentamos. y sabes pogo muy pocos son capaces de verla, por la misma razon que con el tiempo dejamos de notar las pestañas en nuestro campo de vision: la costumbre borra lo evidente. es un increible texto con un mensaje concreto, y tengo que decir, realmente lo disfrute, y lo disfrute con el sadismo de nosotros, los incredulos, que podemos ver con tanta facilidad el paralelismo entre un san nicolas y un Dios. Y pensar que se burlan de los niños por su ingenua creencia en Santa.
un buen escritor entretiene. un escritor genial, en cambio, no solo entretiene sino tambien hace pensar.